Las primeras comuniones

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    Queridos diocesanos: en muchas de nuestras familias celebramos estos días del mes de mayo y junio la primera comunión de algún hijo o algún nieto.

    Quiero, en primer lugar, felicitar a los niños y a los padres por este gran evento cristiano que vais a vivir.
    La primera comunión de los hijos es un momento realmente importante para revisar nuestra fe como padres y acompañantes de la fe de los hijos.

    La catequesis que han recibido en la parroquia ha sido, sin duda, de gran valor para vuestros hijos, pero para que cale de verdad en ellos necesita ser secundada y apoyada por vuestra parte, por la vivencia de la fe en la familia, antes, en y después de la recepción de la primera comunión; por una experiencia profunda de fe en la familia y desde la familia.

    Hoy, en mucho casos, muchos niños hacen la primera comunión, pero por desgracia, será la primera y la última, porque en su casa, en su familia, una vez que han hecho la fiesta de la primera comunión, los padres no van a volver a animarles ni con palabras, y mucho menos con el ejemplo como padres creyentes, para que entiendan realmente lo que han vivido y sigan encontrándose con Jesús, que los quiere y se lo demuestra haciendo que por la comunión de su cuerpo se conviertan ellos en Jesús, a quien reciben y, perdonados de sus faltas en el sacramento del perdón, sigan gustando del amor misericordioso del Señor.

    Debéis, queridos padres, ayudar a que vuestros hijos entiendan lo importante que es la recepción por primera vez del cuerpo de Cristo, no por los regalos que van a recibir por este motivo, sino porque Jesús ha querido entrar en ellos porque les quiere mucho y quiere que también ellos lo quieran cada vez más a partir de ese momento.

    La primera comunión de los hijos es un momento realmente importante para revisar nuestra fe

    Os felicito a los niños que vais a recibir por primer vez a Jesús y os pido que sigáis cultivando vuestra amistad con Él, participando asiduamente en la eucaristía de los domingos y acercándoos al sacramento de la reconciliación para recibir de Él su perdón, conscientes de que ambos sacramentos nos ayudan a todos, de verdad, a ser unos buenos seguidores y discípulos suyos.

    También en estos meses muchos adolescentes y jóvenes vais a recibir el sacramento de la confirmación.
    Si importante es el acompañamiento de los padres antes y después de que los hijos reciban por primera vez al Señor, no lo es menos el que acompañéis a vuestros hijos adolescentes o jóvenes antes, en, y después de recibir el sacramento de la confirmación.

    De poco serviría el gran esfuerzo que ponen los sacerdotes y los catequistas en preparar a los adolescentes y jóvenes para recibir el Espíritu Santo en el sacramento de la confirmación si no tienen unas raíces creyentes cultivadas en la familia, si no tienen un apoyo en y de la familia, una vez recibido este sacramento.
    Son muchos los jóvenes que reciben el sacramento de la confirmación, pero que una vez recibido no vuelven por la parroquia, ni vuelven a tener contacto con la misma, ni practican, ni participan más en la eucaristía, ni en los demás sacramentos.

    Esta ausencia de frecuencia de los sacramentos, esta huida de la Iglesia y este olvido de su identidad cristiana no se debe en todo a la falta de apoyo de los padres, pero sí en gran medida, porque en la familia no se vive en un clima creyente, sino que se está viviendo en el seno de muchas familias una marginación de Dios y de la fe y una indiferencia ante todo cuanto suene a realidad religiosa.

    Valorad la fe y la presencia de Dios en la vida de vuestras familias

    Tanto la primera comunión como la recepción del sacramento de la confirmación deben ser momentos muy importantes para que las familias se planteen una nueva manera de vivir desde la fe, un estilo creyente de familia cristiana, que apoye a los hijos y les anime a vivir cuanto han aprendido en la catequesis de preparación para ambos sacramentos.

    Queridos padres: valorad la fe y la presencia de Dios en la vida de vuestras familias. Animad y acompañad como se debe a vuestros hijos para que vayan progresando y madurando como creyentes, de tal manera que los sacramentos que reciben sean un momento importante, pero no el único en su vida, sino que encuentren un antes y un después de apoyo y estímulo por vuestra parte.

    Muchas felicidades para vosotros y para vuestros hijos.

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