Cuidar la vida, cuidar el trabajo

Con motivo del próximo 1 de mayo, San José Obrero y Día Internacional de los Trabajadores, la delegada de Pastoral Obrera en nuestra diócesis, Paqui Castilla, nos habla de la cultura del cuidado, sobre la necesidad de «reconocer y respetar la dignidad del trabajo, buscar que responda lo mejor posible a su vocación». Pide que todos defendamos «la dignidad de cada persona y de todas las personas» caminando «en la esperanza de la Pascua».

Cuando hablamos de la cultura del cuidado nos referimos a una manera de sentir, pensar y actuar que busca crear las condiciones de una convivencia más justa y humana que ponga la vida en el centro. Esta cultura del cuidado recorre toda la propuesta de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Como recordó el Concilio Vaticano II, «cada uno, sin excepción de nadie, debe considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente» (GS 27). El papa Francisco, fundamentalmente en sus encíclicas Laudato si´ y Fratelli tutti, ha puesto de relieve la importancia de esta cultura del cuidado en el contexto de un sistema que descuida la vida.

Para cuidar la vida es imprescindible cuidar el trabajo. El papa Francisco ha expresado con mucha claridad y concreción lo que significa hoy esto desde la perspectiva del cuidado: «Un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente». (Mensaje a la 109 Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT).

Cuidar el trabajo, cuidar la vida, es reconocer y respetar la dignidad del trabajo, buscar que responda lo mejor posible a su vocación. Es particularmente importante colaborar a que se crezca en ese reconocimiento, personal y social de la dignidad del trabajo, de su sentido.
La DSI insiste especialmente en esta dignidad del trabajo porque:

— Está directamente vinculada a la dignidad de la persona, sujeto del trabajo.
— Con el trabajo (si se realiza en condiciones dignas) la persona puede colaborar al desarrollo personal, familiar, social.
— El trabajo está llamado a ser participación en la obra de la creación.

La dignidad de la persona y la dignidad de su trabajo es lo que reclama que el trabajo sea humano (que lo vivamos humanamente y que se realice en condiciones dignas). Y todo esto implica un cambio profundo en la manera de entender el trabajo y cambios profundos en la manera de organizarlo y tratarlo.

En definitiva, se trata de imaginar y pensar otra realidad. Hacerlo nos puede mover a la acción concreta en defensa de la dignidad de cada persona y de todas las personas. Es caminar en la esperanza de la Pascua, imaginando y construyendo juntos otra realidad más humana, que es lo que Dios quiere.
 

Por Paqui Castilla Muñoz